La puta de Rosario

Hoy les voy a contar como me gané en tan solo 4 días el mote de "la puta de Rosario". Fue en unas vacaciones en Mar del Plata, que lejos de ser como estas que conté en un relato anterior, tenían la pinta de ser mucho más tranquilas. Razón? Iba sola con mis viejos, mi hermano se había ido a Brasil con los amigos (incluso, Lucas); por lo que ese año fuimos solo los 3.

Luego de la lesión, entré en una etapa donde descargaba mi angustia garchando. Toda la depresión que me generó ese tema me hizo entrar en un camino de sexo fácil. No fue la mejor solución, pero no es lo importante acá.

La cuestión es que un día de playa, yo aburrida mal; veo en una carpa en frente a la nuestra, un grupo de 3 chicas leyendo y comentando una revista. Me acerco, empezamos a charlar, y cuando les comento que estaba sola con mis viejos me dicen si quería sumarme a su grupo. Tenían todos más o menos mi edad y eran de La Pampa. El grupo lo completaban 4 chicos.

Los nombres no me los acuerdo, así que acá meto bolazo... la onda era asi: había 2 parejitas; Leila con Gastón y Macarena con

Juan. La otra piba, Sabrina, le tenía ganas a Mariano, y el otro chico Diego quedaba solito pobrecito. Esa primera noche me invitaron a salir a comer con ellos. Tenían una casa alquilada, no muy lejos de donde yo estaba. Ese día se quedaron en la casa, jugando a las cartas.

El problema se da cuando nos quedamos sin Coca, y había que ir a comprar. Me ofrecí y en seguida Mariano me dice que me acompaña. La minita que se lo quería comer me miró con un odio terrible (yo ya sabía de esta onda). Había notado cierto histeriqueo entre ambos, por lo que pensé que el flaco también le tenía ganas y solo estaba haciéndose el difícil (si, hay algunos que se dan el lujo de hacerse los difíciles).

Sorpresa para mi, el flaco en el camino me agarró de la cintura y me quiso comer la boca. Me resistí, pero no mucho, y terminamos a los besos en el medio de la calle. Compramos, volvimos, le pedí que se ubicara porque Sabrina se iba a enojar, me dijo que no había drama que entre ellos no pasaba nada.

Lejos de ubicarse, una vez que me levanté para ir al baño, se levantó atrás mío, me siguió y otra vez, me arrinconó en la puerta. Chau, dije... No solo que me lo chapé sino que le metí mano abajo del pantalón para pajearlo despacito. Me di vuelta, me metí en el baño y cerré la puerta. Quedó echando humo pobre. Sabía que no había vuelta atrás.

Al otro día, en la playa, el flaco no se me despegó ni un segundo. La minita me venía a preguntar que onda, que el pibe era de ella (?) y que no me metiera. Me lo vino a decir de mala manera, muy prepotente. Le expliqué que no pasaba nada, que era problema de él, que yo no lo buscaba y no le daba cabida.

En un momento, se levantan todos para ir al mar. Yo fui a mi carpa para dejar unas cosas, y atrás viene el pibe, que me mete adentro y otra vez me come la boca. "Mucho beso mucho beso... pero te quedás siempre ahí" le dije mientras le acariciaba la pija por arriba de la malla. Tanta franeleada me había hecho calentar. Y la actitud de mierda de Sabrina también me había hecho calentar, pero de enojarme.

El chabón explotaba. "esta noche no te salvás", me dijo y se fue. Llegó la noche, salida nocturna, boliche, música, pocas luces, champagne... Yo esperaba que Mariano activara, pero Sabrina no se le despegó un segundo (a propósito). Para mi sorpresa, Diego (el que estaba solo) me pegó una encarada de novela. Lejos de importarme, me lo comí en el boliche y nos rajamos para la casa donde nos pegamos una garchada fenomenal.

Primero me tiró en la cama y me comió la concha de una manera salvaje que me encantó, empezó a meterme los dedos y jugar adentro de mi concha que estaba chorreando de lo caliente que estaba. Era lógico, con la franeleada que había tenido con su amigo.

Se desnudó y sin preguntar nada me agarró de los pelos y me metió la pija en la boca. Yo seguía acostada, y estaba tan caliente que me seguí tocando y metiéndome los dedos por mi cuenta mientras con la otra mano manejaba la pija del chabón. Le pedí que me la meta. Obediente se puso encima mío y me empezó a coger.

Se movía descontrolado, sin pausa. Se puso a mi espalda, como si estuviésemos en cucharita, y antes que él se terminara de acomodar, empecé a mover mis caderas a un ritmo que lo hizo acabar al toque. Se levantó y se fue al limpiar al baño. En ese momento llega el resto del grupo. Entre risas y cargadas, me fui a la cocina a tomar algo y atrás mío se mete Mariano. Con una cara de culo fenomenal (todo lo contrario Sabrina, que pensaba que tenía el camino libre para cogerse a Mariano)

- no te puedo dejar sola un rato eh
- Vos estás con Sabrina, no quiero quilombos
- Yo no estoy con nadie!! te quiero a vos.- me dijo agarrándome de la cintura. La posta posta, es que seguía con la calentura por las nubes, y sentir su respiración cerca, y la pija dura pegarse a mi pierna la terminó de levantar.

Le comí la boca y le metí la mano en la pija de nuevo, pero esta vez le saqué el pantalón y me agaché a chuparsela. Si no avanzaba él, tenía que hacerlo yo. Le pasé la lengua por todo el tronco mojándolo y cuando llegaba a la cabeza la rodeaba con la lengua. Jugué un rato, así hasta que empecé a meterla lo más adentro que podía, mientras acompañaba el movimiento de mi boca con la mano, pajeandolo.

La mano empezaba a resbalarse cada vez más por la saliva que iba dejando. Sacaba la cabeza para respirar, y le chupaba las bolas. Después volvía a comerme la pija. En la mejor parte, entra Macarena, una de las chicas con novio. Nos ve, grita un "ahh bueeeno" y se va. Puff.. se había podrido todo. Pero lejos de parar, seguí comiéndole la pija a full hasta hacerlo acabar.

Obviamente, me fui sin decir nada y dudaba poder volver. Al otro día en la playa, notaba como las pibas me miraban con un odio terrible. Cuando fui al bar a comprar para comer, uno de los que atendía se me acerca y me dice que le habían dicho que yo hacía petes por plata, que cuanto pedía. Le dije amablemente que estaba equivocado. Sabía de donde venía. Esperé mi momento.

Y fue cuando Juan (el novio de Macarena, la que me había pescado la noche anterior) se fue al mar, y solo. Me hice la boluda y me fui también. Lo seguí y "accidentalmente" me lo crucé. Nos pusimos a charlar de lo ocurrido la noche anterior, y ahí yo aproveché para acercarme un poco y tocándole el brazo le dije "es que me gusta MUCHO la pija" mientras le clavaba la mirada. Sus ojos empezaron a brillar, sin entender que pasaba.

Me di cuenta que poco le iba a importar estar de novio y que si tenía la chance me entraba como loco. Le dije: "mirá. Yo me voy a ir en un rato. Mis viejos se quedan hasta tarde en la playa". Le expliqué donde estaba la casa de mis viejos. Que lo esperaba. Le sonreí y me fui a seguir caminando por la playa.

Tal como había dicho, cuando vi que Juan ya estaba en el grupo, me levanté, agarré mis cosas y me fui. Cuando pasé por al lado de ellos, siento que una de las chicas dice "se va la putita de Rosario". Me di vuelta y me reí. Ni se imaginaban lo que iba a pasar.

Mis viejos seguían en la playa, les dije que me dolía la cabeza de tanto sol y que me iba a recostar un rato. Me sentía doblemente excitada: por un lado, hacer esto a escondidas de vacaciones con mis viejos y por otro, con el chabón este que tenía a la novia al lado.

Que chamuyo puso Juan, ni idea, la cuestión es que firme lo tenía en la puerta de la casa dispuesto a todo. Sin muchas palabras nos fuimos a la cama. Mi intención era simplemente cagarles la vida a las otras minas.

Lo tiré en la cama y le empecé a chupar la pija con desesperación. Le chupé desde las bolas hasta la punta de la verga como si fuese un helado. De frente, de costado, con las manos, sin las manos, la puntita, hasta el fondo. El pibe estaba que volaba. Se agarraba la cabeza y no lo podía creer.

Me subí arriba, agarré el tronco y lo dirigí a la entrada de mi concha. Despacio me fui sentando y sintiendo como iba entrando cada centímetro de pija llenándome bien adentro. Hasta que hizo tope, y ahí subí. Y bajé de nuevo. Apoyé mis manos en la cama, al lado de su cabeza y empecé a subir y bajar la cola con fuerza y velozmente, mientras Juan me pedía que fuera más despacio que lo iba a hacer acabar.

Me sonreí y me moví más despacio. "Así esta bien?" le susurraba al oído. Muy despacio, subía y la sacaba casi toda y volvía a meterla hasta el fondo. Me levanté, siempre con la pija clavada, y empecé a moverme como en una licuadora. "Que rica pija que tenés por favooorrr" le gritaba mientras me mordía los labios.

"Asi que soy la puta de Rosario... vas a ver lo que hacen las putas de Rosario" pensaba para mi. Me bajé de la cama, y me puse contra la pared, como cuando la policía revisa a los presos, pero con la cola bien levantada. "Cogeme bien fuerte". Juan se levantó de un salto y me la puso. Se movía despacio, y yo le gritaba que me diera fuerte y que me pegara.

Empezó a acelerar el ritmo. No aguantó y acabó. "Ya acabaste?? yo quería la lechita acá", le dije tocándome las tetas. Me dijo que se le volvía a parar al toque y me llenaba de leche, pero lo rajé con la excusa que estaban por venir mis viejos y que la novia iba a sospechar. Me faltaba uno.

Pero con la fama que me había hecho, no iba a ser difícil. Seguro, entre los chicos ya habían comentado lo que había pasado (no pueden tener la boca cerrada), así que tenía que usar eso a mi favor. Gastoncito iba a caer solito. Y cayó nomás. Estaba en la barra tomando un licuado, y vino a comprar para él y su novia.

- Hola!- le dije. Charlamos un rato, hasta que le digo - Volvé rápido, que tu novia se va a preocupar si no te ve ni a vos ni a mi.
- jaja y bueno... vos también!! La fama te la hiciste solita. Así que te lo cogiste a Juan también?- me dice acercando su cara.
- Si.- le dije riéndome
- Jaja, sos terrible Juli! Yo me voy a salvar?-
- Si vos querés...- Noté como se puso nervioso y no sabía que decir.
- Ahh pero sos putita en serio, nena...-

Me dijo que esta noche iban a salir. Y me pasó el dato del bar donde iban a estar.

Sola al bar no iba a ir, así que le dije que si se podía escapar me avisara, que lo iba a estar esperando. Me mandó un mensaje y nos encontramos en la puerta de la casa de ellos.

Entramos y contra la misma puerta, nos besamos mientras yo con la mano ya tenía atrapada su pija, y él con un dedo jugaba en mi concha. Me puso contra la puerta, me dio vuelta y me abrió las piernas. Yo esperaba el pijaso, pero llegó el lengüetazo.

Instintivamente largué un suspiro al aire y levanté más la cola, acompañando el movimiento de su lengua. Tenía toda la cara de Gastón enterrada en mi concha. Sentía que me mojaba cada vez más.

"Cogeme YA", le ordené. Se paró y así como estaba me la puso. Me cogía tan fuerte que se sentía el ruido de mi cola chocando contra su cuerpo. "Los elegí al revés!" pensaba, recordando al otro nabo que me cogía como si fuese de porcelana. Pero bueno. Me tiré al piso y siempre en 4 me la siguió enterrando con fuerza. No aguanté más, mis brazos se cansaron y me dejé caer al piso, mientras él se tiró encima mío sin sacarla de adentro y me seguía cogiendo.

Cuando estaba por acabar le dije que me llenara de leche la espalda. Sacó la pija y sentí un latigazo caliente que se desparramó por toda mi espalda. "No cogés seguido con tu novia, eh?" le pregunté tocándome su terrible y espesa acabada en mi espalda. Me dijo que la piba medio que no quería porque estaban los otros y le daba vergüenza. Bueno, mejor para mi pensé.

Me quedé un rato tirada, hasta que nos fuimos cada uno para su lado. Antes, me encargué de dejar el forro usado medio a la vista. El bobo no se preocupó por esconderlo, y yo me ocupé de dejarlo a la vista.

En la playa, los días que quedaron, fueron tranquilos. No hice nada, y me reía cada vez que pasaba cerca del grupo y me decían "ojo que pasa la puta de Rosario". Se notaba que entre las parejitas empezaba a estar todo mal.

El último día, antes de mi vuelta, y cuando escucho "la frase del verano", me doy vuelta y les digo: "quien dijo que soy más puta? Juan, el día que se fue antes de la playa? O Gastón cuando se fue antes del bar?". Me di vuelta y no quise ni mirar para atrás, imaginando el quilombo que se les venía a los dos pajeros. Y la bronca de las otras 2 cornudas.


Mi cola perdió el invicto

Agus

Estaba llegando el final del año escolar. Las últimas semanas del año eran siempre difíciles, por la cantidad de trabajos y pruebas que tenía que hacer. Yo siempre me juntaba con Juli a estudiar y también hacíamos todos los prácticos juntas.

Esos días estuve yendo seguido a su casa, ya que teníamos más espacio y estábamos más tranquilas. Pero a mi me revolucionaba la cabeza. Era la oportunidad que tenía de volver a ver a su hermano. Si bien en esa época yo estaba de novia (con Gero, en una de las tantas idas y vuelas que tuvimos), si se trataba de Daniel no me importaba nada.

Sin embargo esos días él había estado un poco evasivo conmigo. Se me notaba en la cara la decepción. "Está saliendo con una piba. Y vos también tenés novio, dejá de pensar en mi hermano, trola", me decía y repetía Juli siempre que me notaba con la mirada perdida. Pero eso a mi no me iba a detener.

Averigüé un poco, y me enteré que estaba en algo con una mina de su edad (él es 6 años más grande que yo). Mina más grande, más experiencia, nada de renegar con pendejas inexpertas que no saben que hacer, pensaba. Pero mi obsesión por él era grande. Quería demostrarme a mi misma que podía tener el macho que quisiera cuando yo quiera.

Si bien yo no tenía mucha experiencia sexual, la mayoría de las veces que garchaba recibía el mismo pedido: "te quiero hacer la cola". Pero yo, recién empezando a descubrir lo que era ir por la autopista, le tenía cierto temor a la colectora. Mi actual novio insistía demasiado en eso, hasta el punto de cansarme. Solo le había dejado meter los dedos, pero era bastante torpe (tenía mi edad el pibe, y con menos experiencia que yo).

Después de esos intentos fallidos con el dedo, menos iba a pensar en meterme una pija. Siempre pensé que si alguna vez entregaba la cola, iba a ser con alguien más grande y de más experiencia. Esos requisitos los cumplía a la perfección Daniel.

Uno de los días que fui a la casa de Juli después del colegio, tomé valor y arriesgué. Hice todo lo posible para cruzarlo. Hasta que lo encontré en la cocina.

- Me servís un vaso de agua? - le pedí sorprendiéndolo. Noté como me miró de arriba a abajo. Llevaba puesto aún el uniforme del colegio, aunque la pollera más levantada que de costumbre.
- Hola Agus, no te vi entrar. Ahí te alcanzo, vení. - de reojo espiaba. Yo no le sacaba la vista de encima. Cuando me alcanzó el vaso, nuestras miradas quedaron flechadas por un instante.
- No trajiste para cambiarte? - me dijo mientras disimuladamente acariciaba la pollera del uniforme
- Te molesta? me la saco... -
- No, lo digo por vos, así estás más cómoda...- mientras hablaba, me di vuelta y me fui caminando hacia la habitación de mi amiga, pero en el camino me levanté un poco dejando ver mi cola casi al aire.
- aaayyy Dios pendeja me vas a matar!! Vení aca.

Volví sobre mis pasos hasta quedar en frente de él nuevamente.

- Agus, tengo novia, no me la puedo mandar. Al menos no delante de mi hermana
- No importa, a mi no me jode... pero me calentás un montón - dije mientras apoyaba mis manos sobre su pecho
- Vos también pero...
- Terminá lo que empezaste... Quiero todo... completo - le tiré de una, sin anestesia y que pase lo que tenga que pasar.

El chabón cazó la indirecta bien directa en seguida. Los ojos de Dani se abrieron mientras procesaba lo que había escuchado . Tal como había imaginado, no se pudo resistir. "El viernes, después del colegio te paso a buscar. Pero ni una palabra a mi Julieta". Me di media vuelta y volví a terminar las cosas de la escuela.

El viernes estuve toda la mañana distraída, nerviosa, totalmente en otra. Tenía un solo pensamiento y era lo que iba a pasar después. Le dije a Juli que no podía ir a estudiar esa tarde, a mi novio le inventé una excusa que me sentía mal y me fui para mi casa.

A mitad de camino, para un auto al lado mío. Era Daniel. Mientras manejaba, sus ojos se iban a mis piernas. Despacio fui subiendo la pollera dejándole ver cada vez más. Puso una de sus manos en mis muslos y me empezó a acariciar.

Lentamente, sus dedos fueron rozando desde mi rodilla hasta la entrepierna por el interior del muslo. Cerré mis ojos y disfruté el momento. "Te calienta esto?" me preguntaba en voz baja. "Ay siii". Siguió un rato, y se frenó. "Seguí por favor, no pares". Se rio y volvió a tocarme. Mi espalda se arqueó cuando su mano llegó directamente a rozar mi concha por encima de mi tanguita empapada.

Llegamos al telo. Apenas entramos, cerró la puerta y se me tiró encima. Nos besamos mientras nos sacábamos la ropa parados contra la puerta. Me dio vuelta, apoyando mi cara en un espejo que estaba en la pared, y me apoyó la pija en la cola. Sus manos acariciaban mi panza y subían a mis tetas. Su boca besaba y acariciaba mi oreja y mi cuello. Mi piel se erizaba con cada movimiento de él.

- Estás segura de lo que vas a hacer? - me decía al oído provocando un escalofrío en todo el cuerpo.
- Siiii
- Decilo
- Quiero todo... haceme de todo
- No no... pedilo bien... qué querés?
- Quiero que me hagas la cola...
- Así no se piden las cosas - me dijo mientras me pegaba un chirlo.
- Ay! Que me hagas la cola... por favor
- Muy bien, ahora me gusta más

Dicho esto, me agarró de los pelos y me tiró a la cama. Abrió mis piernas y me besó toda la zona alrededor de mi concha. Deseaba cada vez con más fuerza que me entierre su lengua.

Sus manos subían y bajaban desde mis tetas hasta mis piernas. Yo gemía sin parar, mientras él seguía lamiendo y chupando. Sentí como la lengua se fue metiendo en mi concha, hasta encontrar el agujerito y jugar metiendola y sacandola.

Se levantó y se acostó arriba mío. Agarró su pija y la apoyó sobre mi concha, refregándola desde mi vagina hasta el clítoris. "Me volvés loca... loca" le decía mientras él no paraba de besarme.

Se acostó boca arriba y me hizo poner a su lado. Acariciando mi cabeza, puso una de mis manos en su pija. "Está muy dura", le dije mientras lo pajeaba mordiéndome los labios. Primero con una mano, después con las dos... hasta que no aguanté y me tiré de cabeza.

Abrí grande la boca y me metí la puntita rodeándola con mis labios. La lamí como si fuese un chupa-chupa, después le pasé la lengua como si fuese el cucurucho de un helado.

Me estuve divirtiendo así un rato, hasta que empecé a probar ir cada vez más profundo. La escupí un par de veces, tomé aire y la tragué. Bajaba y subía. La punta de la pija tocaba mi garganta, pero eso a mi ya no me acobardaba.

Pasaron las arcadas del principio hasta que se acostumbró. De golpe, hice un último empujón hasta que mi nariz chocó contra su abdomen mientras él soltaba una suspiro de satisfacción.

Sus manos me acariciaban la cabeza. Después de un rato, saqué la pija de mi boca totalmente empapada. "Cada vez la chupás mejor Agustina". Mi ego, por las nubes. Me fue acomodando para sentarme encima de él. Agarré su pija y la fui acomodando hasta que la sentí en mi concha. Me frené y la ensarté.

Primero me dolió un poco, pero a medida que me iba moviendo se acostumbró. Me la clavé toda y me empecé a mover cada vez más rápido. Dani se sentó en la cama y puso su mano en mi boca. Le chupé los dedos hasta que me hizo parar.

Me agarró fuerte de la cola, abrió mis nalgas y sentí su dedo mojado rozar mi ano. Por instinto, me fruncí toda. "Tranquila... seguí moviéndote", me decía incitándome a que siguiera cabalgando. Él, mientras, continuaba jugando con el dedo por mi cola.

Me hizo bajar de encima suyo, y me acostó en la cama boca abajo. Me besó la espalda, el cuello, bajando despacio hasta mi cintura. Cuando llegó ahí, empezó a morderme la cola. Volvió a abrir mis nalgas. Pasó el dedo por alrededor de mi ano cerradito y se tiró de golpe con la lengua sobre él.

No me esperaba eso, de hecho, nunca pensé que fuese algo tan placentero. Empecé a gemir descontroladamente mientras él seguía chupándome la cola. Movía su lengua para todos lados, siempre intentando entrar. De a poco, yo me fui relajando y mi ano se fue aflojando, sintiendo como la lengua se iba enterrando.

"Voy a poner un dedo". Agarré las sábanas, ya lista para soportar el dolor. Se escupió el dedo, hizo lo mismo con mi cola, y empezó a escarbar. Sentí como la puntita del dedo iba jugando alrededor del esfínter, relajándolo. Después, despacio fue introduciéndolo. "Aaayyy duele... sacalo sac... aayyy siiii". De pronto, el dolor empezó a transformarse en sensaciones nuevas, muy placenteras.

Estuvo un rato, alternando la lengua, salivazos, los dedos... hasta que me dijo "sabés cuantos dedos tenés adentro? 3!". No lo podía creer. Ni me había dado cuenta. Me puso en 4 y me clavó la pija, sin dejar de meter y sacar los dedos en mi cola. Deliraba de placer. Tanto, que acabé en un orgasmo fuertísimo que me tiró a la cama. Daniel no se detuvo. Levantó un poco mis caderas y siguió chupándome la cola.

"Sigo?" me preguntaba. "Siiii siiii", le respondía. Ahora tenía un dedo en la concha y otro en la cola. "Me encantaaa me encantaaaa" gritaba mientras Dani movía los dos al mismo tiempo dentro mío.

- Pija... quiero pija...
- Donde?
- En la cola
- Asi no, putita...
- Por favor, quiero tu pija en mi cola... ay daleee
- Querés que te rompa la colita?
- Siii rompeme la cola
- Querés que sea yo el primero?
- Siii por favor hacemela, quiero que seas el primerooo!!!
- Sos mi putita?
- Siii soy tu putita haceme lo que quieras...

Me hizo levantar y me acomodó en 4 con la cola para arriba. De uno de los bolsillos del pantalón sacó un pote de gel y se embardunó toda la pija. Después hizo lo mismo con mi cola. "Te va a doler un poco", me dijo mientras apoyaba la cabeza de su pija en mi colita.

Despacio, fue empujando. Mientras me acariciaba el pelo y la espalda, me decía que me calmara. Era increíble como de una actitud dominante "puta te rompo toda", pasaba a esta donde me hacía sentir tan segura y cuidada.

"Vas bien nena vas bien" decía mientras empujaba su pija dentro mío. "Duele... duelee..." gritaba. "Aguantá ahí un poco", me repetía dejando la pija quieta sin moverse hasta sentir que se acostumbraba. Luego, la metía un poco más, hasta que entró casi la mitad. La sacó un poco, la llenó de lubricante nuevamente y me la mandó de una.

Luego de relajarme por completo, terminé disfrutando de como me abrían la cola. Daniel se dio cuenta y empezó a acelerar el ritmo. Después de un rato, me empezó a doler de nuevo y le pedí que parara. "ya casi... estooooy" me dijo mientras sacaba la pija y me tiraba un lechazo hirviendo en la espalda. "Estás muy apretada pendeja".

Se tiró al lado mío y nos besamos hasta que noté su pija aun dura. Me arrastré y se la chupé un rato, limpiándola de la leche que aún seguía saliendo. "Sos terrible nena, ehhh", dijo mientras se levantaba y me ponía en 4 nuevamente. Pero esta vez, me la clavó en la concha y sin piedad.

Daniel se trepó arriba, casi montándome. Me agarró de los pelos levantando mi cabeza e hizo que mirara al espejo que estaba en la cabecera de la cama. Estaba transpirada y toda despeinada. "Que cara de puta que tenés" me dijo mientras otra vez taladraba mi concha sin piedad.

- Ayyy siiii tu puta... soy tu putaaaa
- Te gustó como te rompí la cola, putita?
- siii me encantooo es toda tuya, solo tuya
- de quien es esa cola?
- tuyaaa!! aaaayyy siiii
- Querés otra vez la pija en la cola?
- Ay si otra vez, quiero tu pija!!

Me acostó en la cama. Volvió a chuparme la cola un rato, y luego levantó mis caderas. Sentí la punta de la pija en mi ano, pero esta vez me relajé y dejé que entrara. Se fue resbalando despacio, hasta que se afirmó y empezó a moverse.

"Por ser la primera vez, te dejo la mitad de la pija adentro... la próxima te la clavo toda". Mi piel se erizó y agarré las sábanas imaginándome como iba a ser desfondada por esa pija en el próximo encuentro.

"Avisame cuando estés por terminar", le dije. Después de un rato, la sacó. Lo senté en la cama y me arrodillé en el piso. Agarré la pija y empecé a chuparla. La tragaba por completo y la sacaba, le pasaba la lengua por el costado, le lamía las bolas. Estaba como loca peteando. Me encantaba ver la carita de placer que ponía por cada cosa que yo hacía.

"Te gusta?", le pregunté con una sonrisa de oreja a oreja. "Siiii que bien que la chupás pendeja, sos terrible, dale no parés que ya acabo". Seguí un rato más, hasta que sentí sus manos en mi cabeza que me avisaba que estaba por acabar. No le hice caso y en vez de sacarla me la metí más adentro. Le quería dar un premio por la desvirgada fantástica que me había pegado.

Sentí la verga temblar en mis manos y la apreté fuerte con mis labios. De golpe, un chorro de leche se estrelló contra mi garganta. Sin sacar la pija, aguanté las eyaculaciones y fui tragando hasta que no pude contener más y empezó a brotar leche de mis labios goteando en el piso. Puse la mano abajo de mi boca para no ensuciar mucho.

Cuando sentí que no largaba más semen, saqué la verga de mi boca y me limpié la mano con la lengua. La carita de Daniel aun hoy la recuerdo. No lo podía creer. Me dejé caer en el piso. Ahora si, se le fue bajando la erección. "Yo con vos no terminé todavía", me dijo agarrándome la mano y llevándome de nuevo a la cama.

Él se acostó boca arriba y yo me senté sobre él. "Poneme la concha en la cara". Mi sorpresa fue enorme. Nunca pensé que me vaya a pedir algo así. Tenía miedo de hacerle mal o algo. No tardó en convencerme, y me senté sobre su boca. Me empecé a mover sobre su lengua.

Sus manos tocaban mis pechos. Mis pezones estaban duros y cada vez que los rozaba me hacían gritar. Siguió chupándomela, hasta que el teléfono nos interrumpió. "Ok, gracias ya salimos", le dijo al recepcionista; pero lejos de empezar a prepararse, volvió a terminar su trabajo. No pasó mucho tiempo para que me deje el cuerpo temblando y convulsionando en otro fantástico orgasmo.

Nos cambiamos y salimos. Yo no daba más. Daniel me llevó a mi casa y me volvió a repetir que todo quede en secreto. A mi tampoco me convenía que se supiera, así que no había problema. Si bien seguíamos los dos de novios, nos vimos varias veces. Me empezó a gustar mucho entregar la cola, al punto de que cada vez que garchaba con mi novio sentía la necesidad de que me culearan. Pero a él lo dejaba solamente meterme un dedo. Mi cola, por bastante tiempo, tuvo un solo dueño.


Inocencia interrumpida

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Un tercer tiempo diferente

Antes de meterme en el relato, voy a ponerlos en contexto, para entener el por qué mi cambio en mi actitud.

Como dije en otros relatos, yo jugaba al hockey. En esa época, estaba preseleccionada para jugar un mundial juvenil, y tenía muchas chances de ir. Fueron 2 años de mucho esfuerzo en lo personal, entrenamientos, dietas, viajes a Buenos Aires para entrenar, dejar salidas o juntadas con amigos.


Pero 2 meses antes del mundial, me esguincé el tobillo y quedé afuera. Me pegó muy fuerte de verdad, y bueno... todo lo que me había cuidado lo tiré a la mierda y me fui al otro extremo. Y así es como arrancó la etapa de más "putez" en mi vida.

Algunos lo sabrán, otros no, comento rápidamente qué es un tercer tiempo: se hace después de los partidos de rugby (en hockey también), donde el equipo local organiza como un evento para compartir con el rival de turno un rato para tomar algo, comer, charlar, etc y fomentar la amistad, etc... A veces, después de los partidos de primera, se extendía hasta tarde, muy tarde a veces; mucho alcohol casi siempre, y se transformaba en una previa. Y acá arranca la historia.

Como había contado en otras oportunidades, en el club traté siempre de portarme como una lady. Solo 4 veces me zarpé feo: la primera, no importa; la segunda (la más light, si se quiere) la conté aca, esta fue la tercera (las otras, en próximos relatos ;) ).

Yo estaba en el final de mi recuperación, no andaba más con muletas, pero no había vuelto más al club. Ese finde me insistieron tanto mis compañeras de equipo, que fui al tercer tiempo de rugby. La lesión me pegó mucho por aislarme. No quería estar rodeada de gente, y menos volver al club (iba a ser LA representante del club en el mundial y todos sabían lo que me había pasado), ya que no iba a zafar que me pregunten como estoy y esas cosas. Y no tenía ganas de hablar con nadie.

Me quedé sentada en un rincón, a veces daba una vuelta, trataba de esquivar conocidos. Estaba re mala onda. En un momento se acercó Seba, uno del equipo de rugby, y nos pusimos a charlar un rato. Si bien no me volvía loca, me gustaba el flaco, y tenía ya la fama de haber estado con varias del equipo de hockey, y todas hablaban muy bien de él. Pero no pensaba en eso en ese momento.

Al rato apareció otro del equipo, Leo, y se sumó a la charla. Mientras hablábamos, no faltaba el vaso lleno de algo con alcohol (las mayores boludeces de mi vida las hice en pedo... asi y todo, no aprendo!).

Después de un rato, ya alegres, empezaron a aparecer los roces muy sugestivos. Principalmente, yo con Seba, que no lo voy a negar, le tenía ganas. En un momento, nuestras caras quedan frente a frente, y él trata de besarme, pero le corrí la cara y le dije que no daba ahí (dando a entender, que en otro lado, si). No quería que me viera nadie, además estaba dando vueltas el otro Seba con el que había estado unos meses antes.

Ya a esa altura, me había olvidado que me quería ir. La estaba empezando a pasar bien. "Vamos afuera", me dijo, y sin decir nada me levanté. Miré para mis costados, que no me viera salir con él nadie, y me fui. "No vayamos muy lejos, me duele el pie si camino mucho" le dije. Seba se paró y sin decir nada, me alzó y me llevó a cocochito.

No me había dado cuenta, pero Leo venía atrás nuestro. Cuando llegamos atrás de una de las canchas, cerca de un quincho dónde solo alumbraba un reflector tenue contra una pared, me bajé y me senté en un banco. Sin perder el tiempo, Seba se sentó conmigo y nos empezamos a besar.

Al lado mío se sentó Leo, y recién ahí me di cuenta que no estábamos solos. Lejos de escandalizar la cuestión, y no pregunten porqué, no le dije nada y seguí besando a Seba. Eso fue la señal que necesitó para saber que estaba todo ok. Empecé a sentir las manos de Leo por detrás, levantándome la remera y tocándome las tetas.

Saqué mi lengua de la boca de Seba, y lo ayudé a sacarme la remera y el corpiño; mientras los dos me empezaban a bajar el jean. Me senté en medio de los dos, y subí mis piernas arriba de sus rodillas quedando totalmente abiertas. Me tiré hacia atrás y disfruté como me tocaban la concha y me chupaban las tetas. Sentí como sus dedos empezaban a buscar entrar en mi conchita. Yo no podía dejar de suspirar de tanto placer que me daban 4 manos y dos lenguas.

Bajé mis manos y empecé a tocarle sus bultos, frotándoselos por arriba de los pantalones. Mientras, ya tenía 2 dedos adentro de mi conchita jugando y moviéndose muy rápido. Y mis tetas una en cada boca, con los pezones durísimos. Se pararon los dos adelante mío y se bajaron los pantalones. El bulto de Seba semiparado era terrible. Se me hacía agua la boca. Mucho más grande que el de Leo, que ya lo tenía totalmente duro.

No dudé un segundo y mientras pajeaba al ya duro Leo, empecé a chupar el pijón de Seba, sintiendo como iba tomando forma. Sin soltar ninguna de las dos pijas, empecé a chupar la de Leo, más manejable, podía meterla toda en mi boca y jugar más con mi lengua. Como loca me pasaba de una a otra, desenfrenadamente golosa, pasándole la lengua por todo el tronco y tocándoles las bolas, pajeándolos.

Agarré con ganas la verga de Leo, me paré y le di la espalda a Seba, como avisándole que había sido elegido para entrar primero. Empecé a sentir como su pija se abría paso adentro mío. No era muy larga en realidad, pero el ancho realmente asustaba, y por eso le costaba entrar, a pesar de estar yo muy lubricada.

Cada vez que la sacaba y la volvía a meter sentía que me desgarraba. Pero pronto se acostumbró y todo se volvió placer puro y me empecé a mover yo también. Cuando me acordé, tenía en mis manos la pija de Leo. Volví a meterla en mi boca, mientras Seba me seguía cogiendo por atrás.

Yo estaba recontra caliente, recontra garchada por un pijón y con una pija en la boca. Solo podía gemir. Me encantaba sentirme tan puta. "Ay si, cojanme bien fuerte", susurraba yo. Ellos se miraban, se reían y seguían haciéndome disfrutar. No podían creer la enfiestada que me estaban pegando.

Las embestidas de Seba me empujaban con fuerza y hacían que la chupada que le daba a Leo sea a veces más profunda. Pero no estaba en condiciones de decir nada. Apuré el trámite con Leo, pajeándolo fuerte hasta hacerlo acabar. Traté de que no me salpicara, pero el primer chorro salió con mucha fuerza y fue a parar a mi cara. Mientras Seba seguía metiéndomela cada vez más acelerado, yo me sacaba el lechazo de mi mejilla.

Subí una de mis piernas al banco, me agarré de los hombros de Leo y le supliqué a Seba que me diera lo más fuerte que pudiera. Me agarró de la cintura y empezó a cogerme más fuerte que antes. No podía evitar largar algunos gemidos de placer. La situación de estar con dos machos por primera vez me calentaba más que la cogida. De repente se paró. Había acabado.

Sacó su pija de mi concha, me agaché y empecé a chupársela a Leo, que ya la tenía casi parada de nuevo; mientras Seba descansaba un poco. Lo senté y seguí con el pete, hasta que la sentí firme de nuevo, como para bancarse mi cabalgata. Me subí arriba y empecé a mover mi cintura levantando mi cola. Sus manos me apretaban las nalgas, cosa que me encendía aun más y me hacía mover más fuerte.

Lo llamé a Seba, y cuando se acercó le agarré la pija y me la metí en la boca. La empecé a chupar, mientras Leo hacía fuerzas para no acabar, por como hacía mover su pija dentro mío. El pijón de Seba poco a poco iba empezando a ganar tamaño. Sentir como en mi boca se iba agrandando ese pedazo de carne me ponía más loca y me hacía mover más fuerte y clavarme la pija de Leo más fuerte.

Leo no aguantó y acabó, pero yo no me la quería sacar de adentro. Me seguía moviendo chupándosela a Seba. "Para un toque Juli...", me dijo Leo, que ya tenía la pija totalmente flácida. Con una sonrisa de satisfacción, por tener un chabón suplicando que frene, me arrodillé en la tierra a chupársela a Seba y sacarlo de combate también.

La pija de Seba estaba a punto de estallar, cuando escuchamos que alguien se acercaba. "Quién anda ahí?", dijo una voz mientras buscaba con una linterna. Era uno de los de seguridad del club, que seguramente habrá escuchado ruido y se acercó a ver que pasaba.

Yo agarré la ropa y me senté atrás de la mesa, para tapar que estaba en bolas. Los chicos habían llegado a subirse más o menos los pantalones (Leo aun con el forro puesto) y se sentaron al lado mío.

Sentí una gota chorrear por mi cara, y recordé el lechazo de Leo. Me limpié con lo primero que encontré (la remera de Seba jeje). "Estábamos dando una vuelta, Pela", le dijo Leo al guardia. El tipo se rio y siguió con su ronda. Cuando se alejó, me sacudí la tierra de las rodillas, me cambié rápido y me fui. "Ey, no me vas a dejar asi Ju, dale un ratito más!!" me gritaba Seba mientas se iba. Me había bajado la calentura mal el guardia. "Otro día", le dije desde lejos. Obviamente cumplí, pero solo, no a los dos.

Volvimos al salón donde todavía había fiesta. Todo seguía más o menos igual. Mucha música, alcohol, joda, etc... Ya adentro, calmada, me cayó la ficha de lo que había hecho. Y me quería ir, además de morirme de vergüenza por lo que había pasado.

Pero también era cierto que me había quedado con una calentura terrible, después de haber garchado por primera vez con dos pijas, estaba algo confundida porque me había encantado. Encima cuando nos interrumpieron estaba en la parte más caliente de la noche. Sin dudarlo, agarré el celu y mandé el mensaje salvador que nunca falla: "hola lucas... q haces?".