Otra previa zarpadita

Las previas que hacíamos con mis amigas y amigos antes de salir a bailar muchas veces eran más emocionantes que el propio boliche. Pasaba de todo. Como ya había contado antes, sobre una previa con mis compañeros del cole; ahora me tocó estar en otra pero en un ambiente distinto.

Desde los 7 años jugué al hockey. Mi familia es "histórica" en el club, mi abuelo fue dirigente y mi viejo estuvo en la comisión directiva también. Con las chicas del colegio me liberaba más, como en esa previa anterior. Pero en el club siempre tuve que tener otra imagen totalmente distinta.

Es un ambiente muy falso, mucho caretaje y se habla mucho al pedo. Trataba siempre de mantenerme al margen de los puteríos, y mi familia se podía enterar fácilmente. Encima, yo estaba siendo preseleccionada para las juveniles nacionales, por lo que mi imagen era (casi) intachable. Todo esto, a la edad que yo tenía en ese entonces, era una presión muy grande.

El hecho que voy a contar a continuación, es uno de los pocos donde dejé mi santidad un rato en "el mundo club"... el primero, no lo conté y no es muy relevante; este es el segundo. Ya vendrán otros en próximos relatos.

Vamos al grano... terminaba el año, y decidimos con las chicas de mi división salir a festejar el sábado después del último partido. Se sumaron los chicos de rugby también. Yo estaba jugando una categoría más arriba que la mía, y estas chicas se juntaban con los chicos de rugby más grandes que ellas. Así que yo era la más pequeña en ese grupo.

Nos encontrábamos en la casa de uno de los chicos a previar y después a bolichear. Yo tenía onda con uno de los chicos, pero nunca había pasado nada más que algunos besos en algún boliche que nos habíamos cruzado. Ese día este chico, Seba, estaba decidido a ir por más. Y lo tuve al lado mío chamuyando sin parar. Ya hasta me empezaba a parecer pesado.

En un momento, que me dejó tranquila, me levanté y me fui al baño. Cuando salí, lo tenía esperándome en la puerta. Después de hablar y tratar de hacerle entender que NO era el lugar (como había dicho antes, no quería que me vieran haciendo "cositas"), empezamos a chapar (nunca fui muy convincente para dejar claro un NO... pero bueno) Ya nos conocíamos: éramos dos calentones terribles.

Siempre que chapamos, terminábamos re calientes y sin poder concretar nada (más que nada por mí, ya que siempre ponía una excusa para no garchar). Sinceramente, por más pesado que era, tenía un lomazo y eso me mataba... todo marcado, por donde toques era una roca. Terrible. Y yo había descubierto que bajar la mano y tocar abdominales marcados me calentaba mal.

La cosa se ponía cada vez peor (o mejor): yo con la pollera levantada por la mitad de la cola, con su mano tocándome la concha por arriba de la tanguita y con la otra mano jugando con mis tetas. Y yo que ya le había desabrochado el pantalón y le masajeaba la pija con la camisa toda desabrochada. Todo esto, en un rincón de la casa al lado de la puerta del baño.

A ninguno le importó dónde estábamos, hasta que lo obvio pasó: alguien fue al baño y nos encontró a los dos: yo con la pollera levantada por la cintura y una teta al aire y él con la camisa y el pantalón desabrochado y la pija colgando. Por suerte era una de mis amigas, así que no hubo mucho escándalo más que unas risas y un "boludos vayan a garchar en privado!".

Nos vestimos y nos fuimos (si era uno de los otros pibes salía en la revista mensual del club). Nunca habíamos llegado tan lejos. Estábamos hirviendo los dos. Seba me agarró del brazo y me susurró al oído "esto no puede terminar así", y volvió con los pibes. No nos dimos más bola, pero ese día estaba decidida a dar ese paso. En el boliche desaparecimos los 2 toda la noche. Nos pusimos en un rincón, y solo paramos de comernos la boca para ir a buscar algo para tomar.

Cuando estaba por terminar, él no se me despegó un instante... no quería que se le escape la presa. Salimos, me repitió "no nos podemos quedar así hoy". Y la verdad que no daba. Yo le puse carita que estaba regalada. Así que encaramos para su casa. Vivía en un departamento de pasillo. No llegamos a la casa. Nos agarramos en la entrada nomás. No aguantamos.

Me empujó contra la pared me agarró las manos arriba de mi cabeza y con la otra mano me metió de una 2 dedos en la concha. Me podría haber metido la mano si quería de lo mojada que estaba. Yo subía mi rodilla para tocarle la pija. La quería adentro ya! "Cogeme YA" le dije cuando sacó su lengua de mi boca.

Tiré mi tanguita a la mierda, y así parada como estaba me la puso. "Al fin!" pensé, no daba más. Me agarré de su cuello y con sus manos me agarró de la cola y me alzó. Me dio una cogida de parado espectacular. Me tenía agarrada de los muslos y me separaba y me traía hacia su cuerpo a un ritmo feroz. Se notaba la fuerza que tenía por la facilidad que me movía hacia adelante y hacia atrás.

Le pedí bajar, porque ya me dolían los brazos, entonces me dejó caer, me dio vuelta, y me pegó la cara contra la pared. Yo separé bien las piernas y le paré bien la cola. Me agarró de la cintura y de nuevo... puff... cuanto necesitaba eso!! pero acá ya no era solo él quien se movía, yo también estaba como loca moviéndome. "Como me estás cogiendo putita!" decía. No aguantó mucho más y acabó mientras le temblaba todo el cuerpo. Me dijo si quería pasar, y ni lo dudé. Recién estaba arrancando.

Entramos en silencio, para no despertar a nadie. Fuimos a su habitación, dejó prendido un velador con una luz muy tenue, como para ver lo justo y necesario. Lo tiré en la cama y se la empecé a chupar hasta que se le paró de nuevo. Me senté arriba y me lo garché salvajemente, como a mi me gusta. Después de un rato de cabalgarlo de frente, me dio vuelta (sin sacar su pija de adentro) y me puso de espaldas; dejándole el espectáculo de mi cola y su pija entrando y saliendo de mi conchita.

Me levanté y me puse en 4 en el borde de su cama. "Haceme mierda, dale". Esto lo encendió más y se me tiró encima. Me cogía con un salvajismo que sabía no iba a durar mucho. Su pija entraba y salía por completo a una velocidad fenomenal. Quería gritar y gemir, pero no podía, asi que agarré la almohada y la mordí para ahogar mis gemidos.

Cuando estuvo a punto de acabar, le pedí que me llenara de leche en la cola y la espalda. Sacó su pija de adentro de mi concha y me acosté boca abajo en la cama. Él se sentó arriba mío mientras se pajeaba y me tocaba la cola. Se paró un poco, y sentí como un chorro de leche golpeaba mi cola. "Un poquito a este, para que no se ponga celoso", decía mientras apoyaba su pija en el otro cachete de mi cola ensuciándolo con su acabada.

Descansamos un rato, y después le pedí que me abriera para volver a casa. Ya había amanecido y mi familia era de estar pendiente de mi hora de regreso. Llegué bastante más tarde de lo habitual. Mi mamá me sintió entrar.

- Que pasó Juli que se te hizo tan tarde? - me preguntó media dormida todavía.
- No encontrábamos taxi, así que fuimos a desayunar.
- Ahh bueno, está bien. La pasaste bien? Andá a descansar que mañana vienen tus abuelos a comer
- Si, re lindo. - le dije con mi mejor sonrisa inocentona. Ella se fue a dormir, tranquila porque su dulce niña inocente ya estaba en casa.

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