Vacaciones en Mardel

Durante muchos años, con mi familia (mis viejos, mi hermano mayor, y yo) acostumbrábamos a ir de vacaciones a Mar del Plata. Alquilábamos una casa y estábamos ahí casi todo un mes. Pero este año, iba a tener algunas cositas nuevas.

Los amigos de mi hermano iban a ir la última semana. Y "los amigos", incluía a Lucas

Desde el último encuentro no volvió a pasar más nada con él. Había estado en mi casa, pero no se volvió a dar la situación, él no la buscó y yo era demasiado tímida como para encararlo (es casi 6 años mayor que yo).

Además, me sentía mal porque, como había contado en el relato anterior, no me la banqué cuando me quiso hacer la cola (lo intentó, pero me dolió mucho y no pude seguir) y estaba re convencida que esa era la razón del distanciamiento.

Los días pasaron y cuanto más se acercaba la fecha, yo me ponía más nerviosa. Y más cuando mi hermano dice que habían llegado; preguntándole bien a mi viejo la dirección del balneario donde estábamos.

Me recosté en la arena, dando mi mejor perfil (o sea, cola para arriba). Llegaron, en total eran 4, yo me hacía la que no escuchaba con los auriculares puestos y leyendo una revista. Cuando se acerca uno a saludarme, me paré y los fui saludando, para volver a la arena a seguir leyendo.

En lo que siguió del día, me dediqué solo a calentarlo. Me tiraba a tomar sol de frente a él, de espalda, me ponía bronceador como si me estuviera acariciando todo el cuerpo, le daba todos los espectáculos posibles. Con los lentes de sol podía espiar si él miraba, y algunas veces lo pesqué como se hacía el boludo y no se perdía detalle.

Me fui a comprar un licuado, pasando cerca de donde estaban y sentía como la mirada de los amigos de mi hermano me seguían. Me apoyé en el mostrador en puntas de pie tirando la cola para atrás. Seguro seguían mirando, pensaba. Hasta al vendedor se le iban los ojitos pobre. Volví caminando como si estuviera en una pasarela (jodido hacerlo en la arena...).

Y la rematé cuando vinieron unos RRPP a repartir entradas e invitar a boliches... Uno me chamuyaba mientras yo me hacía la linda, me acercaba y lo tocaba " sin querer". Todo adelante de Lucas. Claro, estaban también los amigos, que no se perdían ningún detalle tampoco... pero no me importaba. Y mis padres que siempre algún llamado de atención para que no sea "tan puta" (obvio no eran esas sus palabras) tiraban.

Esa noche pasaron a buscar a mi hermano para ir a bailar. Yo ya estaba como para ir a dormir, con mi ropa de cama de verano (una remera larga que traje de Disney). Lucas no estaba con ellos, así que saludé y me fui a dormir, aunque me quedé escuchando a ver si decían algo de él.

"Que buena que está Juli.. Un infierno! Cuando creció tanto?", escuché a uno de los chicos... "Callate boludo..." le contestó mi hermano, haciéndose el que no le importaba (aunque no es celoso, le jode que digan esas cosas delante de él), "además olvidense. Por ahí ya pasó Lucas... no tienen chances!". "Uhhh noooo pobreciiiita jaja", se empezaron a reír los otros, en clara alusión al (por lo visto conocido) tamaño de su pija.

Yo me quedé despierta, en la notebok jugando. A las 5.30am, escuché la puerta abrirse. Era Lucas que traía a mi hermano borracho, arrastrándose. Me empecé a reír mal mirando como lo traía arrastrándolo. Lo ayudé a llevarlo a la habitación y después lo acompañé hasta la puerta. Antes de irse, Lucas se paró en la puerta, me miró de los pies a la cabeza y me dijo:

- Vos no salís?
- No tengo con quien...
- Bueno, podés venir un día con nosotros, si querés.
- Si puede ser... convencelo a mi hermano, para que convenza a mis viejos- le respondí sonriendo, haciéndome la desinteresada.

Seguimos hablando un rato, hasta que de la nada me dijo:


- A vos te parece calentar de esa forma al amigo de tu hermano... puede ser peligroso.
- Ah si... (ya tenía su boca respirándome cerca)... pensé que no te habías dado cuenta
- jaja... en serio?? boluda desfilaste adelante nuestro todo el día... me volvíste loco... Y de verdad... esperaba que estés despierta para verte.
- Y peligroso por qué? - le dije, retomando lo que había dicho. Él no dijo nada. Me agarró de los pelos y me comió la boca con toda la calentura acumulada del día.

Mientras me besaba, me levantó la remera para descubrir que estaba completamente desnuda.

- Dormis asi siempre vos?
- Te estaba esperando a vos.- le respondí guiñándole el ojo.

Fuimos hasta mi habitación abrazados comiéndonos la boca, chocándonos con paredes, puertas, muebles. Hasta que llegamos; cerré la puerta y cuando me di vuelta él ya estaba encima mío sacándome la remera. Me tiró en la cama y fue derecho a violarme con la lengua. Puso su cara entre mis piernas y me regaló una chupada de concha fantástica que terminó de encenderme. Me volvía (bueno, vuelve) loca como me la chupaba.

Me empecé a tocar las tetas, la panza, recorría mi cuerpo con mis manos y me calentaba más... Movía mi cabeza para todos lados, trataba de no gritar, pero no podía evitar largar varios gemidos por lo bajo. Mientras, Luquitas abajo hacía maravillas. No me la chupaba, me la comía!!! No daba más de aguantarme los gritos!

Se paró, yo todavía seguía acostada recuperando el aliento. Se bajó el pantalón y sin que tenga que decir nada me levanté y se la empecé a chupar. Y no va que se le ocurre la brillante idea de empezar a meterme un dedo en la concha... después dos... Y no aguanté más: "PONEMELA YAAAAAAAAAAAAAAA!!!!" le supliqué entre gemidos.

Se tiró arriba mío y la empezó a enterrar. La tenía algo desacostumbrada, pero despacito fue cediendo. Además era tanta la calentura. Cuando mi concha se acostumbró al matafuego de Lucas, él empezó a moverse cada vez con más fuerza. Me agarré fuerte de sus hombros porque parecía que con cada embestida podía salir disparada de la cama.

"Que calentura me hacés agarrar pendeja", dijo y se levantó para descargar toda la leche en mi panza. Me sequé el semen con mis manos y me levanté. Le agarré la pija, se la limpié con la lengua, me di vuelta y levanté la cola. "Pero mirá la gatita como pide más pija!", decía Lucas. No tardé en sentir otra vez su pija todavía dura entrando nuevamente en mi concha.

El sentir la punta nomás me hizo temblar y acabé mojando toda la cama. Lucas me agarró de los pelos y tirando mi cabeza hacia atrás me dijo al oído "esto es por haberme calentado toda la tarde". Dicho esto, me pegó una garchada salvaje espectacular. Me hacía sentir una puta... su puta, y me encantaba.

Estaba descubriendo que me gustaba mucho que me trataran de esa forma, porque no paraba de mojarme. "Ay si dale más fuerte, cogeme así.. soy tu puta, haceme lo que quieras", llegaba a decirle mientras él seguía montándome con fuerza. Lucas seguía cogiendome mientras me tapaba la boca con una mano para que yo pudiera desahogarme gritando y no despertar a nadie.

Yo trataba de darle la mejor imagen de mi cola levantada haciendo desaparecer su pija en mi concha. Hasta que no aguantó más, y agarrando su pija con las dos manos, puso el tronco entre mis glúteos y se pajeó con mi cola, hasta acabar. Un chorro fuerte de leche me cayó en la espalda.

Su pija chorreaba en mi cola. "Boludo parate que vamos a manchar las sábanas!", le grité saliendo del trance que me habían provocado esos dos polvazos, al sentir como la leche caía por el costado de mi cuerpo.

Esa noche nos pusimos al día, aunque después se hizo difícil coincidir. Cuando veíamos un hueco nos escapabamos y metíamos algún rapidito a escondias. Uno de los días, en la playa, mientras comíamos, mi hermano se acerca y me dice: "Juli, esta noche querés venir a bailar con nosotros?." Los miré a mis viejos, que no tuvieron problemas porque, como iba el hermano mayor, ¿qué podía pasar?

Apenas entramos al boliche, Lucas se me puso al lado, como para no perderme de vista. De atrás noto como mi hermano nos agarra a los dos, nos abraza y nos dice: "chicos, aprovechen que está la casa sola, mis viejos se piensan que vos estás acá, nadie los va a molestar...yo los cubro. Y vos (dirigiendose a Lucas)... cuidamela" le guiñó el ojo y se fue. Nos miramos y desaparecimos del boliche.

Llegamos a la casa que alquilaban los chicos, estábamos más tranquilos que las otras veces, y sabíamos que teníamos toda la noche. Él siempre era el que tomaba la iniciativa, así que esta vez quise ser yo la que empiece.

Lo senté en una de las sillas y le bajé el pantalón. Sin decir una palabra le empecé a tocar las bolas y a pasar la lengua en los alrededores de la pija que de a poco empezaba a tomar dureza. Me calentaba mucho chupársela todavía media dormida y sentir como en mi boca se ponía cada vez más grande y dura.

Seguí un buen rato hasta que se paró y me tiró al piso. Me sacó toda la ropa y se acostó al lado mío, empezando a tocar mis piernas, marcando con la punta de sus dedos el recorrido hasta la ya empapada concha que me latía de lo caliente que estaba. Un dedo... dos... tres... los movía muy despacio. Le comía la boca. Lo pajeaba... Sacó uno... los giraba. Los metía... Basta! Quería pija ya!

Se acostó boca arriba y levantó el mástil inmenso y duro. Mi concha pedía a gritos que me siente ahí arriba. Y eso hice. Despacio, empecé a bajar. No podía entrar toda. Sentía que me partía a la mitad. Me empecé a mover con casi la mitad de la pija adentro, mientras me mordía los labios tratando de llevar la concentración del dolor al placer.

Me levantó y me agarró de las piernas, poniendo mi concha en su cara. Me la empezó a chupar, metiendo la lengua. Yo empecé a moverme sobre ella como si fuese una pija. Terrible como me puso, me temblaba todo. Sentía como me chorreaba la concha sobre su cara.

Volví otra vez a sentarme en su pija pero ahora con la cabeza a mil y dispuesta a enterrarla toda. Cómo, no lo se. Pero entró. Cada vez que me levantaba y bajaba parecía un momento eterno, no terminaba de salir o entrar nunca.

Me empecé a mover más fuerte, él se movía y me levantaba con cada embestida. Ahora no tenía que aguantarme ningún grito. Estaba sacada, gemía y gritaba pidiendo que no parara (tampoco él tenía intenciones de hacerlo).

Un escalofrío recorrió mi espalda haciéndome temblar todo el cuerpo. Había sido el orgasmo más fuerte e intenso de mi vida. Lucas se paró por un momento al verme exhausta y sentí como con su dedo empezó a jugar en la puerta de mi culo. Estaba tan caliente que no me importaba nada, me di cuenta como metió un dedo y después otro. Se lamía los dedos y los volvía a meter.

Mi colita empezaba a dilatarse. Empecé a moverme de nuevo... pero ahora haciendo movimientos para enterrarme bien la pija en mi concha y otro para que se entierren bien los dedos en mi cola.

"Hacemela... Metemela por la cola, dale..." le dije sin pensar, solo motivada por la terrible calentura que me causaban esos dedos juguetones y esa pija abriéndome en dos. Aceleró el ritmo, me tiró al piso y me bañó en leche. Sin decir nada, se fue dejándome tirada sin poder moverme, cubierta de su semen caliente.

Con mis manos empecé a jugar con su acabada desparramándomela por todo mi cuerpo. Tocar la leche y sentir como se mezclaba con mi piel me calentaba.

Lucas volvió con un lubricante. Por un momento, y con la cabeza un poco más fría, deseaba que se haya olvidado de mi pedido, pero no. Me puso en 4 y me siguió cogiendo bien duro por la concha, mientras seguía metiéndome los dedos en la cola, enchastrando todo con el lubricante. "Esperá, vamos a la cama" le dije. Quería estar más cómoda, me dolían las manos, los codos y las rodillas de estar en el piso.

Me acomodé en la cama y ya sin decir nada me puse en 4, agarré una almohada y la mordí. Todo tuyo, pensaba mientras levantaba la cola entregándosela por completo. Con las manos abrió mis nalgas y enterró su lengua lamiendo despacio mi ano que poco a poco iba relajándose.

Cuando sentí la punta, me acobardé por un segundo cerrando el agujerito. Lucas me acarició el pelo y me besó, tranquilizándome. Volvió a pasear la punta de su pija llena de lubricante por mi cola y mi concha haciendo que de forma natural volviera a abrirse y pedir carne.

Empezó a empujar. Podía sentir como se iba abriendo paso cada vez más adentro. Mi cola se desgarraba con cada centímetro que entraba. La sacaba un poco. Más lubricante. Otra vez. Las lágrimas ya me empezaban a salir, pero no quería parar. "vamos bien?", me preguntaba. "Si dale seguí" dije con dificultad, sin dejar de morder la almohada.

De pronto, el dolor empezó a parar. Me empecé a relajar más. Sus caricias me tranquilizaban. Me empecé a mover yo. Solté la almohada para poner mi espalda derecha y empecé a empujarme con las manos. "Ay si por Dios.. me estás matando, no parés! me encanta" le decía gimiendo y gritando, descargándome por todas las noches que no lo había podido hacer.

"Yo sabía que esta colita se la iba a bancar, Juli.. que hermoso culo tenés.. ahora es mío, sabés?!", me decía mientras me enterraba cada vez más su pija y sus manos apretaban mis nalgas con fuerza. "Ay siii es todo tuyo, me encanta tu verga, me rompe toda... dale seguí!" respondía yo. Sentir esa poronga en el culo me encantaba. No quería parar más.

No podía creer como estaba gozando tanto sintiendo entrar y salir tanta carne de mi cola. Ya las lágrimas se habían secado y los gritos y gemidos de placer predominaban. Cuando la sacó sentí la cola bien abierta y que me latía. Un chorro caliente golpeó en mi espalda.

Me tiré en la cama. No daba más. De a poco, fui sintiendo como mi ano iba volviendo a cerrarse, aunque ya no tan cerradito como antes. Lucas se acostó al lado mío. No pasó mucho tiempo para que tuviera nuevamente su pija en mi boca, y empezar otra vez todo de nuevo. Menos la cola... no me recuperé de esa culeada por un tiempo largo.

Esa semana cogimos todos los días. A veces dos, a veces tres veces por día. Habíamos oficializado nuestra condición de "amantes". Estaba totalmente entregada. Me había vuelto "su" puta.


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