Mi primera vez

En este blog voy a transcribir los relatos que fui subiendo a Poringa. Espero que disfruten volver a leer todas mis historias. Empezamos por el principio... Mi primera vez. 

Fue en el cumpleaños de mi prima, cumplía 19 años. Como yo estaba en la edad de "empezar a salir de joda", ella habló con mi hermano mayor para que me llevara. La fiesta era en su casa de Funes (una localidad cerca de Rosario). Había bastantes personas. Todos amigos y amigas de ella. Yo sólo conocía a mi hermano y a mi prima.

Mi hermano se conocía con varios amigos de ella. Yo (bastante tímida y encima rodeada de chicos y chicas más grandes que yo), me quedé sola cerca de la pile. En un momento, se acercó uno de los amigos de mi prima. Me ofrece algo para tomar. Le digo que no tomo alcohol. Me invita a una de las barras improvisadas en el jardín y me sirve un jugo.

Nos quedamos charlando un rato. Después de un rato de chamuyo, le seguí el juego cuando intentó besarme. Eran mis primeras salidas, y los primeros besos; así que no solía resistirme mucho, estaba en etapa de experimentación.
Después de un rato de estar chapando en la pileta, me llevó de la mano para adentro de la casa, y me metió en una pieza. 

Yo lo seguí, pero con miedo. Sabía que es lo que él quería, pero no me animaba a decir que no. Además que me daba curiosidad probarlo. Ya adentro, empezamos un franeleo más intenso. Bajó una mano por mis muslos, iba subiendo levantándome la pollera hasta la cintura. Mi respiración se aceleró.
Nunca me habían hecho algo así. Al principio quería salir corriendo de la habitación, pero las sensaciones que fui experimentando cuando sus dedos rozaban mi entrepierna me hacían quedar quietita donde estaba disfrutando de las manos de mi amante.

Sus manos de a poco fueron llegando hasta mi conchita que ya estaba mojadisima. Yo estaba como loca, no entendía nada, pero estaba sintiendo cosas que nunca antes había sentido. Con un poco de miedo, empecé yo a bajar la mano y a tocarle la pija por arriba del pantalón. Ya se la podía sentir bien dura... me sacó la remera y se empezó a ocupar de mis tetas. Mis pezones estaban durisimos de la calentura que tenía. Yo seguía con la mano ahi, tocandosela por encima del pantalón, con los ojos cerrados disfrutando de todo ese nuevo mundo de sensaciones que estaba experimentando.

Me siguió chupando las tetas, bajó una mano y empezó a meter un dedo en mi concha. Empecé a gemir, despacio, con miedo. Mientras hacía esto, con la otra mano se empezó a bajar el pantalón. Yo me quedé parada mirando la primera pija de mi vida. Me agarró la mano poniéndola en su pija y la movía para que lo pajee. Él seguía recorriendo mi cuerpo con las manos y su boca.

Me abrazó y me dio un beso muy tierno. Me miró y me dijo "no tengas miedo, vamos despacio". Se había dado cuenta (un poco por mi cara de nena, otro por mis movimientos torpes, y seguramente mi mirada de terror) que era mi primera vez. Yo solo asentí con la cabeza. Estaba demasiado nerviosa como para decir algo, pero con unas ganas de probar terribles.

Me tiró al suelo, me abrió las piernas y me empezó a chupar la concha mientras metía cada vez más dedos dentro mio. ¡¡Yo volaba!!! Mis piernas temblaban. Había visto estas cosas en internet, o escuchado; pero nunca me imaginé que se sintiera tan hermoso.

Se paró, me arrodilló delante suyo y me puso la pija en la boca. No sabía si lo hacía bien o mal, pero por como se movía y los gestos que hacía parecía que le gustaba. La agarré con la mano y la metí en mi boca tratando de llegar hasta el fondo, aunque claramente, no pude... la sacaba tosiendo y escupiendo saliva, mientras lo pajeaba.

Después de un rato, se tiró encima mío y despacito me la empezó a meter. Me dolió un poco al principio. Supongo, un poco también porque estaba súper tensa. Cuando el flaco veía mi carita de dolor, paraba. La sacaba y la volvía a meter despacio. Por suerte, me había tocado un chabón genial. Yo me sentía muy mojada (nunca había estado TAN mojada), pero me costaba disfrutar el momento.
Era más que nada el miedo, supongo. A medida que me iba sintiendo más cómoda, empezó a acelerar el ritmo cada vez más fuerte. Yo me fui relajando y disfrutando un poco más. Se frenó y me hizo subir arriba.

Sin darme cuenta me senté de golpe y me la re clavé. Me dolió hasta el alma! Abrí mi boca como para gritar pero no salió ningún sonido de mi boca. "Despacio nena!" me dijo el pibe, riéndose. Me tranquilicé y me reí también. De a poco, empecé a moverme. A medida que me iba acostumbrando, mis movimientos eran cada vez más coordinados y rápidos. El loco me frenó... "Si seguís moviendote así, acabo... te movés bien, nenita" me dijo mientras me sacaba de encima suyo y me tiraba a un lado. Sin dudas, ese comentario me tranquilizó y me hizo dibujar una sonrisa.

Me levantó y me puso en 4. Me acomodó la cola. "Que hermosa cola tenés...!" me decía mientras acariciaba mis curvas. Esas cosas que me decía me daban confianza y terminaron de tranquilizarme por completo, permitiéndome disfrutar aún más.

Me agarró de la cintura y me empezó a coger, ahora de una manera muy fuerte. Trataba de decirle que parara un poco pero el placer que me estaba dando cada vez que su verga chocaba contra el fondo de mi concha, no me dejaba hablar. De repente, paró, sacó la pija de adentro mío y sentí el calor de su leche en mi espalda. Yo me quedé quita, sin saber que hacer.

Muy amablemente me ayudó a limpiarme. Me dio un beso y me dijo "sos muy linda nena". Nos seguimos besando un rato más, hasta que salimos de la habitación y volvimos a la fiesta. Justo saliendo al parque, me crucé mi prima. "Donde estabas??" me dice con cara pícara. Yo no le pude decir nada y me largué a reir.
- Re bien, nena!! te felicito!! después me contás todo!!
- Dale... pero que no se entere mi hermano! - le dije con cara suplicante.
- No te preocupes... seguro ni se dio cuenta que no estabas- me guiñó un ojo y volvió a su fiesta.
Volví a la pileta, donde estaba mi desvirgador (?). Nos quedamos charlando un rato, me quise morir cuando me enteré que tenía 23 años (a él se le iluminaron los ojitos cuando le dije la mía). Me lo seguí comiendo toda la noche, y aunque seguimos en contacto por un tiempo, no volvimos a encontrarnos. Pero ese día, por más que no haya sido un gran garche, fue el empujón que necesitaba para perder el miedo y animarme un poquito más...

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