El mejor amigo de mi hermano

De chicas todas tenemos ese amor imposible con el que soñamos casarnos, tener hijos, ser felices etc etc... y llenamos los márgenes de los cuadernos con sus nombres e iniciales rodeado de corazones. Bueno, yo también lo tenía. Era (es) Lucas, el mejor amigo de mi hermano 6 años mayor que yo. Ellos se conocen de chicos, sus padres son amigos de los míos por lo que no solo lo veía a él en casa visitando a mi hermano, sino que también alguna que otra reunión o cumpleaños de mis padres. Me conoce desde chica, y ese era el inconveniente: siempre fui "la hermanita".

Todo cambió un sábado que yo volví de bailar. Vestida para matar (como habitualmente salgo), con pollera suelta pero muy corta para lucir mis piernas, y una remera escotada y ajustada que me llegaba apenas arriba del ombligo. 

Cuestión, que mi hermano se había quedado en mi casa junto a sus amigos. Lucas estaba con ellos. Cuando entré, todas las miradas se voltearon para verme. Los fui a saludar a todos (los conozco de hace un tiempo) y pude notar la cara de los flacos como diciendo "esta es tu hermanita??". Como ya me empezaba a sentir incómoda, me fui para la cocina.

Y de ahí pude escuchar como hablaban por lo bajo.. "esa es Juli, boludo?? No te la puedo creer!!" "como creció jaja" le tiraban a mi hermano para molestarlo. Él trataba de no calentarse y no entrar en el claro juego que buscaban, que era hacerlo enojar (si bien nunca fue celoso, tampoco le gusta que hablen así de mi).

Hasta que mi hermano soltó una frase que en el momento lo quise matar, pero ahora no puedo más que agradecerle:. "Dejense de joder.. además Juli está re contra enganchada con Lucas. No tienen chances ustedes". Yo, bordó, anaranjada, colorada, roja... lo quería matar!! me había mandado al frente mal!!

Estaba todavía en la cocina, sentada en la mesada, tomando agua puteando por lo bajo, cuando por la puerta entra mi gran amor. Yo no sabía qué decir... me moría de vergüenza, pero él me hablaba como si nada hubiese pasado: donde fuiste, que tal estuvo, qué había tomado... y así pasaba el tiempo, y él no se iba...

De repente, de la nada, se acerca a donde estoy y me agarra de la cintura. Empieza a bajar las manos y me acaricia las piernas. Yo estaba tiesa, no me podía ni mover. No lo podía creer. Me miró fijo y sin decirme nada me comió la boca. Después de un rato, reaccioné y lo abracé acompañando sus apasionados besos.

Sus manos seguían rozando mis muslos hasta que con firmeza se dirigió a mi cola. Ya tenía la pollera levantada por la cintura, mientras seguíamos en una guerra de lenguas cada vez más fogosa. Cuando la situación ya se hacía insostenible, y nos dimos cuenta que los otros seguían dando vueltas, paramos... lo miré a los ojos... yo me había encendido de una forma terrible. Y él también.

Sin pensarlo lo agarré de la mano, y lo arrastré hasta mi habitación. Apenas se cerró la puerta seguimos con lo que habíamos empezado, pero sin el peligro de ser sorprendidos. Nos soltamos mucho más, sus manos se animaron a más. Me dio vuelta y me estampó contra la puerta. Me pasó las manos por mi panza subiendo hasta mis pechos. No dejó un centímetro de mi cuerpo sin tocar.

Yo ya estaba sin remera, con la pollera en los tobillos. Le saqué la remera y lo acaricié desde los hombros, pasando por su pecho, sus abdominales... tantos años había soñado con eso! Él me empezó a chupar las tetas de una forma que me volvía re loca, rozando su lengua contra mis pezones duros.

Su mano empezó a bajar. Yo sabía qué buscaba. Y quería que lo encuentre ya! Pero no. pasó de largo. Y empezó a subir. Pero otra vez seguía de largo. Me estaba haciendo desear rozando mis muslos con la punta de sus dedos. Y eso me ponía aun más loca. Mis piernas temblaban y no podía evitar largar pequeños suspiros ante sus caricias. La cara de Lucas era de una satisfacción enorme de tener una pendejita totalmente entregada.

No aguanté y como pude lo tiré en la cama y le desabroché el pantalón... y ahí me asusté pero de verdad: tenía un matafuego terrible!. Y todavía no estaba del todo duro. Era la segunda vez que iba a tener sexo y ya me encontraba con semejante pedazo. Lo primero que pensé es como iba a entrar todo eso. Pero antes tenía que ver como hacía para chuparlo. No quería quedar mal.

"Si te hacés la super trola, te tenés que bancar la que viene", pensaba. Y bueno, agarré como pude esa pija y empecé a chuparla... Tengo las manos chiquitas, y con una sola no llegaba a rodearla en lo ancho. Estaba media blanda y sentir como se iba poniendo dura mientras que la chupaba me excitaba mucho. "Le debe gustar lo que hago... lo estoy haciendo bien", pensaba subiendo mi ego. De a poco, empezaba a agarrar confianza.

Después de un rato, se levantó y me tiró el en la cama. Me besaba salvajemente mientras sus dedos de a uno se iban metiendo por mi conchita hirviendo y mojada. Necesitaba pija urgente! pero no me animaba a pedir ESA pija.

Aunque el momento llegó... y de a poco la empecé a sentir... Dios! No terminaba nunca de entrar. Cerré mis ojos y me mordí los labios para evitar gritar. Y después empezó a salir. Y a volver a entrar. Sentía cada centímetro de pija entrando y saliendo de mi.

Lucas me había agarrado las manos arriba de mi cabeza, yo no me podía mover, mientras él hacía todo el trabajo. Empezó a acelerar el ritmo. Yo estaba súper mojada, así que su pijón se deslizaba (casi) sin problemas en mi concha. Para ese momento, me había olvidado del matafuego y gozaba como loca.

El miedo le había dado lugar a la lujuria, de manera tal que yo me empezaba a mover más rápido para pedirle más ritmo. Y vaya si lo tuve. Se empezó a mover de una forma que parecía se me iba a romper la cama. Lo tuve que parar, porque en la habitación de al lado dormían mis viejos y todavía no era momento de enterarse de las cosas que hacía la hijita.

Cuando lo paré, salió de adentro mío, y me la empezó a chupar de nuevo. Si hasta ahí venía caliente, ahora explotaba!! Me lamió toda la concha un rato, metía su lengua adentro, la sacaba y bordeaba todos los labios. Yo volaba. Hasta que me dio vuelta, hizo parar mi cola poniéndome en 4. Se aferró de mis nalgas, largó un suspiro de aprobación y metió todo eso adentro mío de nuevo. En esa posición la sentía aun más profunda. Me agarró de los pelos y cabalgó mientras yo rendida mordía la almohada. Hasta que otra vez los golpes de la cama contra la pared debido al salvajismo con el que me estaba cogiendo hizo que nos detuviéramos.

Nos paramos, apoyé las manos sobre la pared sacando cola, como llamándolo para que venga. No tardó ni un segundo en estar atrás buscando con su terrible verga la entrada ya dilatada de mi concha. Yo me había puesto con las piernas abiertas como cuando la policía revisa a los detenidos.

Tenía mi mirada en el piso, esperando su pija. Me besó la espalda, haciéndome estremecer, siguió subiendo llegando al cuello hasta que de repente, me agarró de los pelos tirando mi cabeza hacia arriba. Y me dio bien duro. Tanto que sentía que me levantaba por el aire. Solté un pequeño gemido y él rápido me tapó la boca. Me desahogué gritando en su mano y hasta le mordí los dedos de la desesperación cada vez que su verga se metía hasta el fondo de mi concha.

Mi cara se pegó a la pared, donde justo tenía un poster colgado que lo arranqué con mis manos, tratando de agarrarme de algo firme. Al principio, sentía que me desmayaba, pero la calentura era tanta, que no podía más que disfrutar. Me mojaba cada vez más. Después de un rato, siento que para... había acabado. Yo ya no daba más. No sentía las piernas. Me tiré en la cama exhausta.

Pero para mi sorpresa, se acercó y me empezó a chupar la concha mientras se cambiaba el forro. Yo no lo podía creer, me iba a seguir garchando! Su lengua hizo lo justo y necesario para que me volviera a chorrear toda y desear nuevamente su pijón adentro.

Se volvió a subir arriba mío y me siguió dando otro buen rato, esta vez un poco menos salvaje. Hasta que ya no pude más. Tiré la toalla. Le pedí por favor que parara. Sentía que me ardía la concha, me dolía y ya no estaba tan lubricada.

Nos tiramos los 2 en la cama, y no podía dejar de agradecer semejante polvazo, tenía una sonrisa de oreja a oreja. Empecé a chuparle la pija. Él se dejó caer sobre la cama, y yo me acomodé a su lado. La tenía agarrada con mi mano (aunque no llegaba a rodearla), y metía en mi boca lo que podía. Variaba mi ritmo, con mi mano acompañaba las subidas y bajadas de mi mano. Lucas me agarró de la cabeza y me incitaba a seguir. "Así Juli, dalee...".

Era la segunda vez que chupaba una pija, así que no me di cuenta que estaba por acabar. De repente, sentí un chorro caliente de leche en mi garganta. Me hizo atragantar un poco, pero por no querer quedar mal, tragué todo lo que pude.

No sabía que se hacía en esa situación, así que no quería quedar como una asquerosa escupiéndosela. Me miró con cara de sorpresa y lujuria. Se la seguí chupando y se la limpié hasta que lentamente me agarró de la cabeza y me separó de la pija que ya empezaba a ablandarse. Me acostó al lado suyo.

Me abrazó y nos besamos un rato largo. "Qué hermosa sos", me dijo y volvió a besarme. Después de un rato, se levantó y volvió con sus amigos. Yo me quedé dormida, no daba más. Me dolía todo, como si hubiese jugado dos partidos en un día o un entrenamiento duro.

A la mañana siguiente, me desperté desnuda en mi cama (por suerte nadie había entrado). Me levanté sin poder disimular mi felicidad. Cuando me vio mi hermano, nos miramos con una sonrisa cómplice que me dio a entender que sabía qué había pasado.

3 comentarios:

  1. Juli y sus historias q nos hace desbordar de morbo. Hace imaginar cada escena, como si estuviéramos de espectadores. Con el sellos más 30 como lo es blogspot. Genia.

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  2. Hola, las leí en su momento y es muy bueno reeler tus relatos

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